Enviar un producto al extranjero significa confiar en una empresa de transporte de mercancías. Esta acción conlleva cuidar al máximo la documentación exigida por cada país. En este sentido, especificar con claridad tanto el punto de origen como el de destino final resulta lo más importante. Asimismo, debe constar el código correspondiente a una factura comercial, siempre en función del sistema utilizado en cada país pues, por ejemplo, Estados Unidos se rige por la Organización Norteamericana de Armonización del Arancel. En el caso concreto de realizar transporte internacional a este país, la información en la aduana la deben aportar agentes plenamente autorizados.
En líneas generales, los principales documentos que se van a requerir son: Declaración de Exportación del Remitente; certificados de origen, inspección, temporal de envío y de registro, y reporte de revisión. Debido precisamente a estas complejidades burocráticas, siempre se aconseja la asesoría jurídica de un abogado. Al fin, igualmente, en el aspecto logístico, del correcto transporte terrestre, existen formatos específicos de carga para determinados productos. Así, el Open Top se aconseja para grandes volúmenes debido a un techo abatible de lona, mientras que el Tanque se encuentra especialmente indicado para el desplazamiento de líquidos.
Por otro lado, previamente al transporte de mercancías de carácter internacional, se debe valorar a conciencia la capacidad de la propia empresa. El análisis DAFO resulta especialmente aplicable en estos casos. Consiste en examinar las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de la compañía en cuestión. A continuación se debe fijar el interés en el producto en sí: en sus aspectos normativos, en el etiquetado y embalaje y en el diseño o instalación. Como complemento, se deben considerar los costes finales de exportación y el cliente final al que se desea llegar, con sus pros y sus contras. En suma, el éxito del transporte internacional estriba en un correcto estudio de mercado y gastos.