Las carreteras están llenas de vehículos de transporte de mercancías y los ciudadanos están tan habituados a verlos que pocas veces se paran a pensar todo lo que implica dedicarse al transporte terrestre de cualquier tipo de carga. La verdad es que trabajar para una empresa de transporte internacional de mercancías implica mucho más que saber conducir un camión. Merece la pena conocer un poco mejor el día a día de quienes se dedican a esta profesión.
Un transportista es un profesional de la carretera que pasa horas al volante de su camión e incluso días si se dedica al transporte internacional. Pocas personas reconocen la dureza de este trabajo que, además, es básico para el funcionamiento de la mayoría de sectores económicos. De hecho, sin estos profesionales la logística no tendría sentido.
Uno de los aspectos que no se pueden obviar en el trabajo de un camionero son las largas jornadas que debe cumplir, que convierten el camión en, prácticamente, su hogar. Vivir en un camión no es fácil, tanto a nivel físico como psicológico.
El transportista profesional aprende a pasar mucho tiempo sin su familia ni seres queridos y a hacer que esto no afecte a la calidad de su trabajo ni a su eficacia al volante. Además, debe convivir con las dificultades que implica un espacio reducido como es la cabina de un camión.
Por suerte, la tecnología moderna ha jugado a favor de los camioneros y ha hecho que los actuales vehículos de transporte – algunos de ellos, de dimensiones realmente mastodónticas – sean lo más cómodos posibles para estos profesionales, cuyo día a día se centra en pasar muchas horas sentados en sus cabinas.
Finalmente, no hay que olvidar el esfuerzo físico que representa manejar camiones de grandes dimensiones, algunos de los cuales cargan toneladas de mercancías con las que se puede plantear el abastecimiento de miles de personas.