La logística y la guerra han guardado una estrecha relación a lo largo de la historia. Un conflicto bélico no podría llegar a desarrollarse sin una buena logística, ya que hay que suministrar a los soldados todo lo que necesiten. Ya sea durante la conquista de las Galias o en el desembarco de Normandía, el bando que desprecie la logística terminará por perder.
Guerras antiguas
La guerra ha acompañado al ser humano desde que se volvió sedentario. La Antigüedad está repleta de grandes batallas y generales, además de ser una época histórica en la que las sociedades estaban muy militarizadas. No tener una buena logística en esos momentos equivalía a matar de hambre a decenas de miles de hombres.
Alejandro Magno, el gran conquistador
Las gestas del macedonio aún se estudian por sus estrategias y forma de gestionar la propia guerra. En pocos años logró conquistar un impero que iba de Grecia al río Indo. Esta hazaña fue posible con una cuidada logística. Los soldados eran los encargados de llevar la mayor parte de los víveres, ya que alimentar a cientos de animales sería costoso, al igual que reparar los carros de los que tirasen.
Además, trazaba las rutas para garantizar que sus barcos le llevaran suministros y no permitía que nada se desperdiciara, algo que muchas empresas aún están empezando a integrar en sus sistemas.
La conquista de un imperio
Los romanos construyeron una de las civilizaciones más exitosas. Sus calzadas aún persisten y muestran la importancia para el transporte de un buen sistema de circulación. Las vías permitían a cualquier individuo recorrer los territorios de Roma en muy poco tiempo. Facilitaban el transporte y movimiento a los mercaderes, además de permitir conectar fácilmente el interior de un territorio con la costa.
La guerra moderna
Con el paso de los siglos, la guerra y la logística se fueron complicando. En la Edad Contemporánea los hombres en el campo de batalla llegaron a rozar los millones y las dos guerras mundiales supusieron hitos para la logística, aunque a un elevado coste de vidas humanas.
La Gran Guerra
Las cifras de la Primera Guerra Mundial resultan mareantes. En 1914, año en el que empezó, los soldados desplegados consumían cada mes 1630 toneladas de carne, 2041 de pan y 3 187 316 litros de combustible. Sin embargo, al final, en 1918, las cifras se dispararon. Solo el pan distribuido suponían 40 823 toneladas y 5890 de combustible.
¿Cómo era posible tal despliegue sin el uso de aviones? Gracias a las redes de ferrocarriles; la distribución entre continentes gracias a barcos, y la creación de convoyes de camiones mantuvo esta cruenta guerra en marcha durante cuatro años. Además, la instalación de depósitos estratégicos facilitó la distribución y la clasificación de los materiales. Sin duda, una de las claves logísticas.
En definitiva, la logística y la guerra se han desarrollado conjuntamente. En la actualidad, ambas son mucho más complejas y sofisticadas que en cualquier otro momento. Además, las dos se realizan por tierra, mar y aire con unas comunicaciones impecables.