Para quienes no son expertos en el transporte de mercancías, el esquema básico de funcionamiento del transporte terrestre resulta más o menos conocido, al igual que el de una empresa de transporte de mercancías. En cambio, el transporte internacional por mar es uno de los grandes desconocidos.
Conocer las modalidades de explotación del transporte marítimo permite saber si es la mejor opción para conseguir que la mercancía de una determinada empresa llegue a su destino y se optimicen la ruta e inversión realizada en la contratación del buque comercial.
Para empezar, es necesario tener en cuenta que un buque puede explotarse como transporte marítimo de línea regular o en régimen de fletamentos, según decida su armador. Una de sus principales diferencias es la frecuencia de las rutas a realizar.
El transporte marítimo de línea regular realiza rutas frecuentes entre puertos fijos, con sus correspondientes escalas, y dispone de espacio para carga general y en contenedores. Entre sus principales puntos positivos, destacan que es un servicio a largo plazo y tiene tarifas estables. Puede realizarse a través de tráfico conferenciado (un acuerdo entre empresas armadoras), de consorcios o de armadores y compañías independientes.
Por su parte, el transporte marítimo internacional en régimen de fletamentos es fruto de contratar un espacio de carga en un buque para unos viajes determinados. El acuerdo se formaliza en una póliza de fletamento y establece la relación entre el dueño de la mercancía a trasladar y el armador del barco.
El transporte marítimo en régimen de fletamentos puede hacerse por viaje y tiempo o a casco desnudo. En este último caso, se dispone de la embarcación, pero no de la tripulación. El régimen de fletamentos es el más adecuado para grandes volúmenes de mercancías, hasta el punto de que se puede transportar un gran número de coches de una misma planta de producción a su lugar de venta.