Sin lugar a dudas, el mayor desafío al que se enfrenta la logística de última milla es encajar todas las piezas de un puzle que no resulta tarea fácil. Se trata de conjugar una distribución amigable con el respeto al medio ambiente, el servicio al cliente, la rapidez y la capacidad de absorber el flujo de un sector del comercio electrónico en auge que crece a pasos agigantados.
La piedra angular de la venta online es el eslabón final de la cadena, es decir, la distribución capilar o última milla. El mejor algoritmo, la mejor oferta de productos, el mejor software de preparación de pedidos e incluso el mejor y más moderno almacén logístico, no servirán de nada sin una buena y eficaz red de distribución para que los pedidos lleguen a tiempo, o al menos, en el plazo prometido. Este es, y será, el gran quebradero de cabeza de cualquiera de los gigantes de la venta online, que están devorando los recursos de cualquier empresa de distribución tradicional, llámese mensajería o paquetería, que se atreva a ofrecerles su red.
Incluso el rey estadounidense de los “marketplaces”, en un arrebato de rebeldía, ha osado generar su propia red de distribución; pero no es lo mismo vender productos por internet que preparar rutas de reparto, querido Jeff Bezos. De aquí, que últimamente estén explorando nuevos horizontes, como sería “manipular” los canales de distribución. ¿Cómo? Por ejemplo, mediante puntos de conveniencia, que no es ni más ni menos una red de casilleros instalados en zonas estratégicas, para que los consumidores puedan recibir sus compras. De esta manera, se evitan la mayoría de los problemas logísticos en las entregas a domicilio.
El problema no es el precio, sino ¡a qué coste!
Imagina: si en 2021 se realizan una media de 289 millones de transacciones de comercio electrónico trimestralmente (sí, lees bien, ¡trimestrales!), ¿qué supone medioambientalmente la entrega de todos esos bienes? Pues la respuesta es que estamos pagando un alto precio. Nuestros hábitos de consumo generan 44,4 millones de toneladas de CO₂ al año.
El nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que generamos es muy elevado, por eso es tan importante: prohibir el acceso de vehículos de combustión fósil en todas las ciudades, grandes y pequeñas; modernizar el transporte público y las flotas de distribución con vehículos eléctricos; promocionar y financiar el desarrollo de redes de distribución en bicicletas o motocicletas eléctricas; y que las empresas apoyen e inviertan en nuevos proyectos, en una distribución más verde y ecológica, comprometida con el medio ambiente. Aún hay un gran camino por recorrer, ya que el proceso tiene una enorme oportunidad de mejora no solo a nivel de eficiencia, sino también en lo que se refiere a la sostenibilidad.
¿Hay solución para una última milla eficiente y ecológica?
Todo en la vida tiene solución, y esta llega de las manos de las empresas emergentes sobre una base tecnológica e innovadora, las famosas “startups”. Para la actualización de las redes de distribución a un formato ecológico, existen numerosas startups que ayudan a diseñar, implementar y gestionar modelos disruptivos de distribución urbana, capaces de crear una red de optimización colectiva de transporte y logística colaborativa. A través de plataformas con tecnología de inteligencia artificial, permiten la automatización y optimización de las cargas, para realizar entregas con vehículos de tecnología verde, ecológicos e incluso con happy riders.