A diferencia del transporte marítimo, el transporte terrestre de mercancías implica una serie de riesgos que todo profesional debe tener en cuenta.
1. Fatiga: provocada por la larga duración de los trayectos y las presiones de los tiempos de entrega en el transporte internacional de mercancías. Si bien los vehículos pesados tienen tipificado el número máximo de horas por jornada laboral a través del tacógrafo (disco horario que marca las nueve horas que, como máximo, puede realizar un transportista en una jornada), en vehículos ligeros no existe ninguna normativa que regule las horas de trabajo y reposo, con lo que todo queda en manos del propio transportista.
2. Postura: la postura curvada, fija y tensa, más la constante exposición a vibraciones, hacen de la conducción un peligro para la columna vertebral, cervicales y lumbares, y pueden provocar hernias de difícil curación. Muy importante descansar, caminar y estirar las partes afectadas.
3. Normativas: Inglaterra aparte, no hay grandes diferencias en las normas de circulación, pero es importante estar atento a las variaciones de temporada que presentan algunos países (obligatorios los neumáticos para nieve en vehículos ligeros durante cinco meses al año).
-4. Carga y descarga: sobre esfuerzo, exceso de peso, exposición a ruidos, gases o sustancias peligrosas, así como la adaptación a las características de cada espacio de trabajo, circunstancias que se pueden presentar en la recogida y entrega de las mercancías y ante las que hay que actuar con precaución.
5. Robos: habituales sobre todo en las áreas de servicio, especialmente cuando se trata de vehículos pesados con la caja de lona. De igual forma, es un riesgo la sustracción de combustible de los grandes depósitos del camión completo.
6. Soledad: finalmente, uno de los riesgos que más bajas causa en el transporte internacional, difícil de gestionar dado que muchas de las salidas son por semanas e incluso meses. En la actualidad, la tecnología ayuda mucho a sobrellevarlo.