En el transporte internacional de mercancías, los contenedores de carga cuentan con unas medidas estandarizadas, para optimizar el transporte marítimo y transporte terrestre: de esta forma, se aprovecha, de manera completa, el espacio en barcos y camiones.
Si se va a transportar carga seca que no requiera ningún tipo de refrigeración, se opta por los contenedores más habituales. Pueden encontrarse en versiones de 20 x 8 x 8,6 pies, 40 x 8 x 8,6 pies y 40 x 8 x 9,6 pies, en función de la carga que vaya a transportarse: los más pequeños y los intermedios, para bolsas, pallets, cajas… mientras que los más altos se utilizan para cargas voluminosas, como tabaco o carbón.
A pesar de ser estas las medidas estandarizadas, hay diferentes versiones, que dependen del transporte de mercancías que se vaya a realizar: con apertura por el techo, para objetos grandes, como mármoles, vidrios o maquinaria; o con apertura lateral, que son los que se utilizan cuando la carga o descarga se realiza en una estación ferroviaria.
Destacan los contenedores especiales, los Reefer. Estos, con las medidas estandarizadas, se utilizan cuando hay que transportar un camión completo de carne o pescado, así como de frutas, verduras… Aunque también hay que contar con que el producto solo necesite mantener el frío (por ejemplo, las manzanas) y, en ese caso, también existen contenedores especiales.
En otras ocasiones, los contenedores precisan tener abierta alguna de sus paredes para el transporte de las mercancías: es el caso de bobinas de metal, vehículos o maquinarias especiales. Para estos cometidos, también se encuentran contenedores con medidas estandarizadas en el mercado.
Decidir la medida aconsejada, según el transporte y producto que se vaya a transportar, es una fase fundamental en las empresas de logística, puesto que, así, se optimizarán espacios y costes.