En teoría, no deberíamos escribir sobre este asunto, puesto que no hay motivo para distinguir entre hombres y mujeres en el mercado laboral ¿o sí?
Lamentablemente, las estadísticas son rotundas y tozudas y siguen haciendo una foto, año tras año, que no deja lugar a dudas.
En la mayoría de los sectores productivos, las mujeres son minoría y tienen un salario inferior al cobrado por hombres en el desempeño de puestos similares; solo hay una excepción, aquellos puestos que tienen que ver con los cuidados.
Nuestra sociedad es mejorable en muchos aspectos y este es uno de ellos, así que, cuando me propusieron participar en este artículo de opinión, no lo dudé ni un minuto.
Las diversas disciplinas científicas nos ayudan a conocer las diferencias genéticas, conductuales, sociales, etc., que existen entre mujeres y hombres, pero nos corresponde como sociedad el reto de aprovechar estos conocimientos para sacar el mejor partido a dichas diferencias.
Como en cualquier otra especie y/o área de nuestra propia existencia como humanos, ambos géneros son complementarios, tanto en grupo como de forma individual, ejerciendo un papel fundamental. De lo contrario, no estaríamos aquí, la evolución se habría encargado de ello hace tiempo…
Por tanto, parece absurdo no contar con todo el potencial disponible.
En mi modesta opinión, sería como no contar con los jóvenes porque no tienen experiencia (pero tienen ganas e imaginación) o con los mayores porque ya no están tan frescos o despiertos (pero tienen una mochila que vale millones). Hay muchos ejemplos que me vienen a la cabeza que, puestos sobre el papel parecen una soberana estupidez, como el no contratar a un candidato por su físico, como si estuviésemos cubriendo una vacante de modelo de alta costura.
Con la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral (en el primer mundo, claro), pasa algo parecido.
Sin duda, la maternidad, es nuestro principal hándicap, pero cabría tener en cuenta que no todas las mujeres son madres, ni todas están en periodo de crianza durante toda su vida, por lo que, tal vez, tendríamos que plantearnos, que, al igual que sucede con la juventud, este estado es pasajero.
Es cierto que la sociedad está avanzando hacia una sociedad más igualitaria en ese aspecto, tanto en educación, como en legislación y en servicios que promueven tanto la crianza compartida entre hombres y mujeres, como la capacidad de conciliar ambos aspectos de nuestra vida; laboral y personal, sin embargo, el camino es largo y todavía nos queda un buen trecho.
A las mujeres se nos atribuyen muchas cualidades que aportar en el sector logístico:
- Somos capaces de hacer dos cosas a la vez: bueno, en nuestro trabajo necesitas hacer cuatro al tiempo como mínimo.
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Organizadas: más nos vale, ya me dirás como aprovechamos un camión de grupaje o como optimizamos un almacén o una cadena de Picking.
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Empáticas; bueno, bueno, esto sí que es importante, todo el día argumentando a clientes, compañeros y proveedores. O te pones en el lugar del otro, o acabaríamos con un ojo morado día sí, día también.
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Resolutivas: cuando alguien hace varias cosas a la vez, mejor si encuentra soluciones, si no se le atragantan las tareas.
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Perseverantes: claro, el que la sigue, la consigue.
Podría seguir, pero, ¿no os parece que algo falla? Conozco mujeres que se concentran muy bien, pero no son capaces de compaginar dos tareas a la vez. Otras, son un desastre, pero al final sacan el trabajo con éxito. También conozco mujeres cuyo fuerte no es precisamente la empatía, pero tienen coraje. A otras les cuesta tomar decisiones, pero son fantásticas calculando o haciendo seguimiento de los temas que le atañen y, por cierto, evidentemente, conozco hombres que tienen todas estas cualidades y las contrarias.
En fin, somos o deberíamos actuar como lo que somos, complementarios y trabajando juntos llegaremos hasta donde nos propongamos.
